De entrada, se trata del único faro romano todavía en uso, construido en época de los Antoninos (fines del siglo I o inicios del siglo II d.C.), muy probablemente por Cayo Sevio Lupo, arquitecto lusitano, originario de Aeminium (Coimbra), que dedicó una inscripción rupestre, conservada al pie de la Torre, a Marte Augusto.
Además, es un ejemplo de ingeniería civil neoclásica como consecuencia de la reforma a que fue sometida a finales del siglo XVIII por Gianinni.
Por otra parte, el faro está vinculado con un rico y variado patrimonio inmaterial, al aparecer como protagonista de toda una serie de tradiciones geográficas y mítico-legendarias que refuerzan su papel como símbolo cultural. Son las que siguen.
En la Antigüedad, la Torre de Hércules fue uno de los hitos geográficos que sirvieron para indicar la extensión de la Península Ibérica. Así consta, por ejemplo, en la Historia contra paganos (I, 2, 71) de Paulo Orosio:
«Un segundo ángulo [de Hispania] mira hacia el Noroeste, donde está situada la ciudad gallega de Brigantia, que levanta un faro altísimo, obra digna de recuerdo entre pocas».
Esta tradición geográfica fue recogida posteriormente, durante la Edad Media y Moderna, tanto por los geógrafos y cartógrafos cristianos (en Cosmografía, de Istro Aético, y en tres mapas, el de los Comentarios al Apocalipsis de Beato de Liébana, el de Enrique de Maguncia y el de la catedral de Hereford) como musulmanes (Al-Maqqari, la Geografía de España de Al-bakri o el Ar-Rwad Al-Mitar de Al-Hiyari).
Alfonso X
Según la leyenda recogida por Alfonso X el Sabio en la Primera Crónica General (capítulo 7), la Torre fue construida, por orden de Hércules, sobre la tumba de Gerión, tirano local al que el héroe griego había derrotado, tal y como figura en el escudo de A Coruña. Junto con la Torre, Hércules, según el rey sabio, también fundó la ciudad de A Coruña, que tomó su nombre de su primera pobladora. «E quando Gerion lo sopo, fuesse con sus huestes pora aquel logar o fue despues poblada la cibdat que dizen Crunna, que era entonces yermo. [¿] E lidiaron tres días [Hércules y Gerión] que nos podien uencer, en cabo uencio Hercules, e cortol la cebeza e mando en aquel lugar fazer una torre muy grand; e fizo meter la cabeça de Gerion en el cimiento, e mando poblar y una gran cibdat [¿] y el primer poblador que y uino fue una muger que auie nombre Crunna, e por essol puso assi nombre a la cibdat».
Esta tradición, recogida, en parte, por Alfonso X de otras obras históricas anteriores (la Historia de rebus Hispaniae del arzobispo Ximénez de Rada o la musulmana Ajbar Muluk Al-Andalus de Al-Razi, obra, conservada en su traducción castellana y que se conoce como la Crónica del mor) perviviría, a lo largo de los siglos, en las distintas Historias o Crónicas Generales de Hispania.
Almujuces
De acuerdo con otro pasaje de esta misma obra de Alfonso X (capítulo 14), la torre de Hércules fue testigo de la invasión de los almujuces, quienes, para evitar el poder del espejo mágico que había en la Torre, hicieron pasar sus navíos, camuflándolos con ramas de árboles, por islas:
«E sopieron [los almujuces] dell espejo que estaua en la torre de la Crunna en que ueyen las las naues que uienen por mar; e ouieron so consejo comol pudiesen quebrantar. Desi tomaron dos naues es coubrieron las daruoles uerdes en pie, que semellasen yslas, e metieron y muchas ballestas de torno muy fuertes; e los de la torre que guardauan ell espejo, quando los uieron, cuydaron que era yslas pequennas; e los de las naues fueron assi uiniendo fasta una gran montanna, e llegaron al pie della, e tiraron con las ballestas, e quebrantaron el espeioi. Desi finieron lo saber a los de las otras naues, e uinieron y entraron en la uilla por fuerça, e mataron a quantos y fallaron».
De acuerdo con el Libro de las Invasiones de Irlanda (XII, 164), desde lo alto de la Torre, Ith, el hijo de Breogán, divisó Irlanda, partiendo, posteriormente, desde Galicia para poblar la isla:
«Sucedió una vez que cuando Ith se encontraba en lo alto de la torre de Breoghan, contemplando el mundo a su alrededor, le pareció ver una sombra parecida a la forma de una elevada isla a lo lejos en la distancia. Se reunió con sus familiares y les contó lo que había visto. Les dijo que deseaba ir y ver la tierra que se le había aparecido. Breg, hijo de Breoghan, le dijo que no había visto ninguna tierra, solamente nubes en el cielo, y le intentó disuadir de su marcha en aquella expedición. Pero, no obstante, el no aceptó permanecer allí».
Autor: Francisco Javier González García es doctor en Geografía e Historia, e investigador «Parga Pondal» del Laboratorio de Patrimonio, Paleoambiente e Paisaxe de la Universidade de Santiago para la Voz de Galicia
Fuente: La Voz de Galicia
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