Alemania, Francia, Grecia e Italia se han comprometido a promover la reconstrucción del Faro de Alejandría, una de las Siete Maravillas del Mundo Antiguo, una extraordinaria torre que prestó servicio a la navegación en la costa egipcia desde la época tolemaica hasta la mameluca, es decir, casi 17 siglos. Esa reconstrucción, deseada por Alejandría, tendrá un coste aproximado de 40 millones de euros y podría realizarse dentro del programa Medistone, creado para la conservación y reconstrucción de los monumentos emblemáticos del mundo mediterráneo.
“Era un monte que se erguía en medio del mar y rozaba las nubes. El agua fluía justo bajo él y el edificio se alzaba suspendido sobre el mar. En la cima de este monte surgía un segundo sol que pilotaba las naves” (Achille Tazio).
La gran torre, que señalaba a los navegantes la entrada del puerto de Alejandría cincuenta kilómetros antes de que alcanzaran la costa, tomó su nombre de la isla de Faro, sobre la cual se erguía. A pesar de sus dimensiones y sus excepcionales características técnicas, la descripción del monumento por parte de los escritores de la Antigüedad resulta insatisfactoria; igualmente, son imprecisas sus reproducciones de la época.
Por suerte, las descripciones de varios escritores árabes permiten conocer el estado del edificio a comienzos del siglo XIV. También es medieval el documento iconográfico más fiable: un mosaico de la capilla Zenno de San Marcos, en Venecia, del siglo XIII, en el que se representa la llegada del evangelista a Alejandría.
Filippo Coarelli, profesor de Historia Antigua de la Universidad de Perugia, narra en este número el origen del Faro de Alejandría y descubre la personalidad de un arquitecto, Sostrato, capaz de erigir en el siglo III a.C. una torre de 115 metros de altura. En un segundo artículo, Paolo Vitti, arquitecto, describe las características del monumento, valiéndose de los datos proporcionados por los viajeros medievales.
Fuente: La Aventura de la Historia
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