INTRODUCCIÓN
En la provincia de Almería, desde que el 30 de marzo de 1863 se inauguraron sus dos primeros faros, ha habido doce faros en funcionamiento. Esos dos primeros fueron el faro de Villaricos y el de Cabo de Gata. El de Villaricos, se apagó y desmontó, desapareciendo sin dejar rastro, diecisiete años después de su inauguración. El de Cabo de Gata continúa prestando servicio sin grandes cambios en su estructura, señalizando fielmente su esquina del mapa de la península Ibérica.
El 31 de diciembre del mismo año se inauguraron los faros de Mesa Roldán, Roquetas y Sabinal. El de Roquetas se apagó en 1945 y desde entonces, su edificio permanece sin equipo de iluminación pero manteniéndose erguido y en su sitio. El faro del Sabinal se hundió por la regresión de la costa y en 1926 se inauguró el actual faro, más metido en tierra. El faro de Mesa Roldán permanece en servicio desde su inauguración sin grandes modificaciones estructurales, viendo pasar a los buques que se aproximan o salen del Estrecho, orgulloso de su altura.
En 1865 se inauguraba la primera señal para el puerto de Almería, que consistía en una columna con un fanal colgado en su parte alta. Hasta llegar al actual faro se pasó por un faro móvil y otra columna de celosía. El faro que podemos ver ahora data de 1925.
El aisladísimo faro de la isla de Alborán se inauguraba en 1876, permaneciendo en servicio desde entonces con pocos cambios en su estructura pero muchos avatares en su conservación.
En 1881 se inauguraba el faro de Garrucha, heredero directo del de Villaricos, del que tomó los equipos y hasta las piedras. Este faro permanece en su ubicación original pese a la presión urbanística que le ha dejado encajonado entre las casas del pueblo.
En 1886 se inauguraba el faro de Adra que, posteriormente, sería destruido por el mar y sustituido por uno más elevado en 1899. El segundo faro sería relevado por la torre actual, que data de 1985.
En 1976 se colocaba un nuevo faro sobre el histórico Castillo de San Telmo, tomando su nombre.
El 13 de julio de 1991 se inauguraba el original faro de Punta de Baños en Guardias Viejas.
El último inaugurado en la provincia de Almería es el que se construyó sobre la torre de los Lobos, que tomaría el nombre de faro de la Polacra, y empezó a funcionar el 9 de septiembre de 1991.
Estos faros, a lo largo de su historia, han tratado de guiar a los navegantes que faenan o pasan por las costas de esta provincia, constituyendo una línea de iluminación del litoral por la que se orientan los marinos de cualquier nacionalidad.
Cada edificio y cada torre son diferentes, con diferentes alturas según su situación respecto al mar y con características luminosas diferentes para poder ser identificados de noche. Mostrar estos edificios, estas torres diferentes que contienen la luz de cada faro, es uno de los motivos de este libro.
Detrás de cada uno de los faros de Almería han estado los torreros, sus familias, los ingenieros, ayudantes y demás trabajadores que los han construido y mantenido. Los peones, las mandaderas, los torreros en prácticas, etc. En fin, un enorme grupo de personas que ha dado su trabajo, su sudor y, a veces, su vida, porque la luz de los faros no se extinguiera nunca. Rescatar sus historias y entrever sus vidas, entregadas al servicio de la señalización marítima, es otro de los motivos de este trabajo.
Pero los trabajadores del ramo y los usuarios no son los únicos para los que los faros tienen importancia. Los faros, hitos en el paisaje, son parte del litoral, inspiración de artistas, admiración de vecinos y visitantes. Edificios antiguos o singulares que llaman a cercarse, a hacerse fotos con ellos, a reproducirlos en cuadros, en versos, en diseños, en postales. Todo lo que suponen los faros aparte de su función de señalización, es el tercer motivo de este trabajo.
El último motivo que me ha llevado a escribir sobre los faros de Almería es el convencimiento de que los faros deben subsistir, a pesar de las nuevas tecnologías y a pesar de la economía y la productividad, porque detrás de cada faro hay mucho más de lo que vemos a simple vista, que ya es bastante. Desde estas líneas abogo por la protección, restauración y mantenimiento de los faros para su función principal y para cualquier uso técnico, cultural o educativo que se les pueda añadir. También estoy convencido de que los faros son un rico patrimonio histórico que debe ser protegido.
LOS FAROS EN LA SOCIEDAD ALMERIENSE
Los faros están presentes desde siempre en la vida de los almerienses que navegan y en la de los que no salen a la mar. Son referencias en su paisaje y símbolos utilizados en literatura, arte, publicidad, etc.
Así vemos que los faros se utilizan como modelo para diseños de edificios, como artículos de regalo, como logotipo para empresas, como fondo para campañas publicitarias y un largo etcétera.
Más literario es utilizar su nombre para publicaciones periódicas, lo que se dio, a menudo, en Almería. En nuestra provincia, en el último tercio del siglo XIX, se publicaba un periódico llamado “El Faro de Vélez Rubio”. En 1922 se editaba en Almería, durante poco tiempo, otro llamado “El Faro”. El 9 de julio de 1925, se empezaba a publicar en la capital el periódico llamado “Luz de Faro”, y en 1928 se editaba otra publicación llamada “El Faro del Sur”.
En Almería, aparte de la contemplación directa de las señales en la costa, tuvimos la oportunidad de realizar un acercamiento al mundo de sus faros a través de la “Exposición de maquetas y fotografías de faros de la Costa de Almería y Granada”, celebrada del 9 al 24 de febrero de 1996, en el Patio de luces de la Diputación. En esta exposición se exhibieron las maquetas de todos los faros, buenas fotos de Felipe Ortiz y algunas ópticas y documentación histórica de las señales almerienses. Además los técnicos de señales marítimas nos turnamos para que siempre hubiera alguno de nosotros en la sala, lo que me sirvió para contactar con antiguos faristas y algunos aficionados al tema.
En fin, está claro que los faros forman parte de la vida de los almerienses y por ello, recogiendo una sugerencia de José Antonio Amate, presidente de la Autoridad Portuaria de Almería, me he atrevido a realizar este trabajo, esperando que ayude a estrechar los lazos entre Almería y sus faros.
EPÍLOGO
Como puede comprobarse en este trabajo, los torreros, técnicos, fareros o faristas de Almería, junto con sus familias, han padecido temporales, terremotos, guerras, escasez, hambre y todo tipo de penurias; pero también han disfrutado de amistades y amores, y de la vida en lugares casi inaccesibles pero inolvidables.
He tratado de reflejar, lo más directa y fielmente posible, la historia de cada faro y de sus habitantes, limitado por el espacio físico del libro, por la cantidad de documentación que no he sido capaz de encontrar, por la cantidad de personas a las que no he podido entrevistar y por mis limitaciones particulares. Por eso mismo sé que en cada faro de esta provincia siguen ocultas cientos de historias, de alegrías y desgracias. Cientos de relatos, poemas o guiones de películas que esperan ser sacados del olvido.
Los técnicos de señales marítimas somos cada vez menos y más mayores, pero seguimos cuidando los faros y demás señales, de esta provincia nuestra, como el primer día, y con tanta dedicación como el primer torrero de Cabo de Gata o Villaricos, salvando las diferencias técnicas y laborales.
Por suerte, la mayor parte de los faros de Almería siguen en pie, con pocas variaciones en su estructura básica, realizando su función de señalización marítima y esperando ser catalogados como patrimonio histórico para asegurar su protección en el futuro.
Los faros de Almería han tratado de guiar a los navegantes, constituyendo una línea de iluminación y señalización del litoral, que ha ido ampliándose a lo largo de la historia.
Cada edificio y cada torre son diferentes, con características luminosas particulares para ser identificados de noche. Mostrar estos edificios, estas torres singulares que contienen la luz de cada faro, es uno de los motivos de este libro.
Detrás de cada faro han estado los torreros, sus familias y muchas otras personas que los han construido y mantenido; personas que ha dado su trabajo y su vida para que la luz de los faros no se extinguiese nunca. Rescatar sus historias y entrever sus vidas es otro de los motivos de este trabajo.
Los faros son hitos en el paisaje, inspiración de artistas, admiración de vecinos y visitantes; edificios antiguos o singulares que llaman a acercarse, a fotografiarlos, a pintarlos, a dedicarles versos. Todo lo que suponen los faros aparte de su función de señalización, también es motivo de este trabajo.
Los faros de Almería deben subsistir, a pesar de las nuevas tecnologías, de la economía y la productividad, porque detrás de cada faro hay mucho más de lo que imaginamos.
Fuente: Teleprensa